Este muscle car aprovechó todas las ventajas que dio su antecesor, al pasar de la NASCAR, a la calle.
Malas decisiones: cambiar el color negro por un gris y vino tinto, le quitaron credibilidad a esta máquina, que ya no tenía el mismo poder que en los óvalos.
Pero 1987, fue el año de la reivindicación del Grand National. Su versión limitada GNX aunque tenía varios inconvenientes mecánicos de fábrica, que podían hacer perder el control al conductor, le devolvieron el favor de los consumidores y se convirtió en la sensación del momento.
Con la ayuda de McLaren Motors, el motor turbocargado V6 tuvo varios cambios: el turbo y el radiador fueron mejorados y el computador del motor fue reprogramado. Su transmisión automática de cuatro velocidades recibió su propio refrigerador de aceite. Su funcionamiento mejoró, y quedó la par con los carros deportivos del momento. La velocidad máxima del GNX fue limitada electrónicamente a 200 km/h.
El Buick Grand National GNX es un ícono americano.
