Los frenos a disco no eran novedad, pero tuvieron su debut triunfal en la competición de la mano de Dunlop con el Jaguar C Type que venció en las 24 Horas de Le Mans de 1953.
Las ventajas sobre los sistemas a tambor usados anteriormente están en el menor espacio que ocupan y en mantener una mayor capacidad de frenado (libres de fatiga) gracias a la mayor disipación del calor. Los discos están alojados normalmente dentro de las llantas, pero también pueden ir cerca del cuerpo del vehículo (on-board) reduciendo la masa no suspendida, aunque generan problemas como una mayor fatiga de las piezas que conectan al freno con las ruedas.
Estos frenos tuvieron una evolución constante hasta llegar a los cerámicos o de carbono que tienen una mayor resistencia al desgaste, soportan mayores temperaturas, son más ligeros y además ofrecen mayor capacidad de detención. Los frenos de carbono fueron introducidos en la F1 por Brabham en 1976, nuevamente de la mano de Dunlop.